...intentando seguir creyendo en las hadas...

viernes

Corríamos como dos estudiantes en celo.
Corrimos.
Saltamos.
Hicimos pactos.
Nos escondíamos en los bancos
Juramos correr mas que el resto
Nunca nos atraparían
Nunca nos pareceríamos a ellas
Solo gritaban
Solo mandaban
Tú y yo
Siempre
Buscando esa salida
Dos amigas perdidas
Tabaco alcohol
Alcohol tabaco
y otro pacto
Más más
Con los diez y seís quisimos mas
Las tetas perfectas
El principe azul
Una cajetilla escondida
Entre el colchón y el edredón
Tendríamos nuestra propia local
Un bar al parecer
Tus iniciales y las mías
Que bien nos iría...
Años pasaron.
Cambié.
Cambiaste de parecer.
No pasó nada real.
Todo artificial.
Mas drogas.
Mas coca.
Y yo.
Y tú.
5 Años después.
Iguales, con las mismas cosas que aprender.
Nos veremos en Australia.
Las dos, como la primera vez.
 
 

Beautiful song for internal sadness moments

Entonces tú coges fuerzas y me coges en brazos. Me metes en tu coche y me dejo resbalar por el asiento, a tu lado. Solo 52 kilos en tus manos. Pongo mis botas negras sobre el salpicadero.


Y es ahí cariño, cuando vuelve a sonar su voz, BS otra vez, mientras tú conduces por la autopista a 140 por hora. Te miro mientras canto esa sintonía. Mis botas en el salpicadero, si...y tú. Que sensación.



Que puta sensación mas buena.



Joder.



Ni las vacas pudieron quitarme las ganas. Ni los baches de la vida acabarán con mis deseos.



Y tú me dices que ya llegamos a nuestro destino.

Es posible que ahora a veces esté sola. Aunque me siento realmente bien, viva y bien. Quiero tocar la meta. Quiero llegar al final y contártelo. Decirte : EH! cariño, tenías razón, tenías razón...


Y por fín me bajo del coche. Me coloco el vestido que me subiste cinco minutos antes mientras aparcabas.



Me pongo la ropa interior.



Cierro la puerta.



El cielo está llenó de estrellas.



Y otra vez su voz. Rodeándonos. Cántandonos. Creo que todas sus canciones son para nosotros.



¿Sabes qué? Anoche soñé que te matabas y inmediatamente después yo moría.



No se si era de lástima o de una enfermedad en la sangre. Porque tú eres mi sangre. Y sin tí mis venas están vacías. Como las autopistas en invierno. Donde todo el mundo canta...


Delilah

Who´s Casilda

TARAS Y MULTAS

Me gustan las bodas pero odio a la gente empachosa con el tema. Antes me emocionaba cuando los novios bailaban el vals, pero he ido mejorado.
No me gusta mucho el vino, aunque sé que es poco cool admitirlo, tampoco la cerveza, aunque a veces quede “a tomar cañas” (en las que bebo Coca cola).
Siempre he pensado que los cigarros deberían tener diferentes longitudes para cada ocasión. Fumo.
Prefiero el autobus al metro, el McDonals al Burger, trasnochar que madrugar. James Dean a Tom Cruise y Anna Karenina a Ana Frank.
Detesto el cocido, la fabada y las lentejas (lo siento amigo de Oviedo), pero me encantan por este orden el tartar de Inari, el Kubak Rice de Tiki Grill, el arroz con huevo frito de mi madre y la salsa de berberechos que prepara mi amiga Ana.
Casi nunca me desmaquillo por la noche. No me gusta que me regalen colonias, ni siquiera la que uso, aunque siempre que paso por Sephora pido una muestra de la mía (lo se, es ruin). Me encanta el cine y he visto millones de películas de todo tipo que voy apuntando en una agenda. Ahora que sólo trabajo por la mañana he vuelto a hacerme socia del videoclub.
Como dice mi blog de cabecera: creo que hay que ser muy mujer para olvidar a un hombre. Cambiando de tercio soy más de Superga que de Converse.
Odio las piscinas frías. Me encantan Santander y Galicia, pero adoro Madrid. Me encanta fijarme en los zapatos de la gente. Soy de ginebra y de vodka(aunque mi amigo Javi diga que es la bebida de las peluqueras) y odio el ron  y las ratas. Me encanta el encaje (pero sólo el bonito).
Tengo un trauma con que me toquen la clavícula. Me da grima ver comer a la gente en las películas. Creo que Ryan Gosling está sobrevalorado y Quique González infravalorado.
Creo que el dinero está para gastarlo y no soporto a las personas que sólo hablan de él. Me encantan, sin embargo, las personas como mi hermana Blanca que siempre están de buen humor, los tímidos, los que se rien de si mismos y los que se fuman un puro ante los problemas.
Tengo la voz ronca y soy zurda. Me gustaría viajar a Argentina y a Brasil. Toco un poco la guitarra. No puedo vivir sin café.
Tengo un blog de bodas.
 

4.19

4 minutos y 19 segundos.
Éste es el tiempo que ha invertido el  austríaco Félix en saltar en caída libre desde la estratosfera.
Déjame 4 minutos y 19 segundos de tu tiempo para contarte.
Déjame que te cuente.
Déjame un salto desde tu estratosfera.
Ponte un café o un té mejor.
Déjame cuatro minutos, aunque termine aplastada en el suelo.
Déjame que te cuente, ahora que se acaba de terminar la botella de vino, que no me gusta el tiramisú, ni el frío, ni la gente que toca el claxon en el coche.
Déjame que te cuente que yo no saltaré desde la estratosfera por ti, porque no sé ni dónde está, porque me pierdo en coche hasta para ir al aeropuerto, porque sabes que odio los mapas.
Déjame que te cuente que la vez que me tiré al vacío aún no se como me atreví, estoy segura que era porque tú estabas abajo.

Déjame que te cuente que no sé nada de astronautas, que me dormí viendo Armagedon, que mis únicas estrellas son las farolas que alumbran mi calle cuando vuelvo de noche y que me paso el día en las nubes sin necesidad de subir a 39.068 metros de altura con un globo aerostático.
Déjame que te cuente que llevo tatuado un avión en alguna parte. Que todas las mañanas me levanto y miro tu foto y cuando estoy sola miro al mar buscándote. Aunque se que no aparecerás.
Déjame que te cuente que echo de menos a rabiar nuestras cenas con vinagre de módena. Las noches en esa cala y nuestros paseos en moto.
Déjame que te cuente que eres la mejor persona que conozco. Que me enamoré de tí mientras jugabas un partido. Déjame que te cuente que siempre supe que eras tú.
Déjame que te cuente que ayer me imaginé que estábamos en tu piscina y que luego merendábamos dulce de leche con los dedos.
Déjame que te cuente que como bien sabes, no soy la chica perfecta. Que no te dejo sitio en la cama por las noches, que te robo la manta y que a veces me despierto demasiado pronto.
Déjame que te cuente que no entiendo de estratosferas pero el único espacio que conozco es el que dejaste cuando te fuiste.
A tí, que después de decirme que los dragones no existían me condujiste hacia su guarida.
 

Santander_Por EGEEC


30 DE JULIO DE 2012

Durmiendo con la novia del mar


Santander, eres novia del mar
Que se inclina a tus pies
Y sus besos te da.
A los 18 años hice las maletas, con cuatro camisas, una raqueta de tenis con la que he jugado la abrumadora cifra de 7 partidos (a mí también me sorprendió que no me llamasen para sustituir a Nadal como abanderado), las cartas de una chica que se olvidó de mí a los 3 meses, mi libro de El guardián entre el centeno y salí disparado de Santander hacia una ciudad que me enseñaba las piernas prometiéndome que lo íbamos a pasar bien. Pongamos que hablo de Madrid.
Siempre he pensado que las ciudades son mujeres. París es esa señora elegante con un tren de vida demasiado alto y que siempre acaba con un fulano con un Aston Martin. Roma es tan loca, espontánea y anárquica como guapa, misteriosa y repleta de lunares por descubrir. Lisboa es esa chica que te enamora porque sí. Madrid es la vecina revoltosa, divertida y siempre con ganas de jarana. Nueva York es un huracán de 18 años y largas piernas con la que no duras más de 3 meses, pero oye, qué 3 meses.
Y tú, Santander, puede que no seas la más guapa del mundo pero eres más guapa que cualquiera. Tienes mal carácter y muchas veces te ronda la cabeza una nube negra y te da por lanzar truenos y relámpagos. Pero, ay amiga, cuando quieres, cuando te da la real gana, eres la mejor. Tan insuperable y tan perfecta. Lástima que tu novio fue, es y será el mar, y contra ese cabrón de ojos azul verdosos jamás podré competir. Porque hasta yo me enamoro de él.
Y siempre acabo volviendo a tu lado. Tarde o temprano. Como el que manda un whatsapp a las 5 de la mañana a una exnovia. Me inyectaste tu veneno de salitre y no importa dónde esté que siempre vuelvo como un boomerang para terminar la noche bailando un vals contigo en la Plaza de Cañadío, pisando los cristales de las copas y botellas caídas en combate, mientras el cielo cae sobre nuestras cabezas, el Racing deRadchenko y la economía se hunden y María Blanchard nos pinta con su pincel desde algún lado.
Y siempre acabo volviendo a mi cuarto, donde suena todo trapo el Blonde on Blonde de Dylan entremezclado con los graznidos de alguna gaviota despistada mientras Tintín, Astérix y Obelix vigilan mis sueños.
Un buen día en Santander (leer con la canción Un buen díade los Planetas sonando a un volumen ridículamente alto)
10:00 -11:00 
Despertarte e insultar a las gaviotas, agitando el puño, con descalificativos que harían palidecer al mismoCapitán Haddock. Meter la cabeza debajo de la almohada. Cambiar de postura. Seguir durmiendo.
11:00-11:30 
Ducha y desayunar un sobao de Máximo Gómez (Paseo de Pereda, 7). Un sobao de verdad, un sobao pasiego, de esos que absorben un litro de leche nada más sumergirlo en el vaso, mientras se lee tranquilamente los chismorreos de fichajes en El Marca de verano o alguna columna veraniega de Gistau, Montero Glez o Elvira Lindo.
Ni magdalena proustiana ni historias. Un sobao de Máximo Gómez sí que te devuelve a la infancia. 
12:00 – 13:00
Partido de fútbol en la playa de El Sardinero seguida de un baño en sus aguas frías (el mejor remedio que conozco para combatir la resaca).
Mi depurada técnica con el balón fue pulida en la arena mojada de El Sardinero, jugando descalzo o con los famosospinkis sujetados con rudimentarias tobilleras (algunos sabrán de lo que hablo). 
Jugar a las palas. A las palas de verdad, palas macizas, de las que pesan y suenan a hueco cuando das a la pelota de tenis. Nada de esa horterada de diminutas palas envueltas en  una redecilla con un bola de plástico de algún estridente color. Eso no son palas. Eso es una aberración que debería estar tipificada por el código penal.
13:00 -14:30
Aperitivo, qué magnífico invento.
En el Paseo Pereda, Las Hijas de Florencio, El Diluvio o Casa Lita son sitios estupendos en los que hacer una parada técnica y disfrutar de unos pinchos. Si se tiene tiempo, una escapada al Faro de Cabomayor (parada obligatoria según mi amiga Ángela) para tomar unas rabas es un plan perfecto.
14:30
Comer en El Marucho

Se trata de un restaurante pequeño, con mantel de papel, pocas mesas y, para mí, el mejor pescado de la zona. Aquí no se reserva, aquí se va y se espera en la barra picando algo hasta que te sientan. Y entonces, pides rabas, salpicón de langostinos, pudin de cabracho y centollo. O bogavante, que un día es un día.
En estos tiempos que corren de gastrobares y fusiones multiculturales, se agradecen restaurantes como El Marucho, donde hasta lo gintonics saben a mar y la camarera te estampa un sonoro beso -muaka- cuando te ve.
Autenticidad, qué bonito nombre tienes.
Vayan, pregunten por Maite que es un sol y péguense un buen homenaje.
16:00 – 19:00
Más playa.
A mí me gusta ir a la playa de El Puntal. Súbanse en una de las lanchas que cruza La Bahía y estarán en esta maravillosa playa en cuestión de minutos. Si quieren, pasen el día aquí desde el aperitivo y llévense bocadillos para comer. 
Un bocadillo en El Puntal es como tomarse un Dry Martini en el Harry´s Bar con Ava Gardner del brazo. Canela en rama, oigan.
19:00 -19:20
Helado
Tomar un helado a media tarde, a la vuelta de la playa, es algo de carácter mandatorio. La rivalidad entre los defensores de las dos principales heladerías de Santander (Regma y Capri),  separadas ambas por escasos metros, está al nivel de la que hay entre aficionados al Real Madrid y al Barça.
Yo, fuera máscaras, soy defensor acérrimo de Capri (calidad sobre cantidad siempre) pero confieso que alguna que otra vez soy tentado por el descomunal helado de mantecado deRegma. Ya saben que soy un hombre sin principios y que me vendo fácilmente por una sonrisa, una copa o, en este caso, por un helado de mantecado.

Pd: ni se les ocurra pedir helado con tarrina. Se empieza tomando el helado en tarrina y se acaba llevando riñonera.
Cucurucho. De toda la puta vida.
22:00
Cena en Deluz (C/ Ramón y Cajal, 18)
Se trata de una casona que han reconvetido en restaurante con un impecable buen gusto. Si hace buen tiempo, pueden cenar al aire libre disfrutando de su magnífico jardín.
00:30
Copa. Bueno, copas.
Río de la Pila – Cañadío – BNS. Memoricen esta ruta.
A fuego. Sagrada. Inalterable.
Todos los caminos llevan al BNS.
En Cañadío, El Bogart (lleno de fotos del bueno de Humphrey, por supuesto)  y El Ventilador son mis favoritos.
Y en el BNS, en fin, en el BNS la única regla es que no hay reglas. Crucen el Rubicón, Alea jacta est, bailen hasta el amanecer y acaben dándose un baño en las aguas del Sardinero para bajar las copas (eso sí, vigilen cartera y móviles, no me sean pardillos)
06:45
Kebab: hasta el momento, el Kebab de Santa Lucía, es el mejor kebab que he probado en Europa, seguido de cerca por uno que probé hace 6 años en Londres cerca de Victoria Station y otro en Mikonos. Y esto es así. 
Volver del BNS y calzarte un kebab mientras filosofas sobre lo humano y lo divino con tus amigos, tratando de explicar que te has enamorado perdidamente de una santanderina que bailaba en el BNS, es tocar el cielo con las manos
07:00
Váyase a la cama no sin antes dar las buenas noches al mar.
07:30
Beba mucha agua y rece tres padrenuestros para que la resaca sea leve y las putas gaviotas cierren el pico a la mañana siguiente.