Con la cabeza entre los pies, a la fortuna pocas noches le quedan
Ya lo debes de saber, y que la luna salga por donde quiera
Pero sin correr, que no haya prisa, te convenceré con millones de sonrisas
Para que te despiertes de una vez y te des cuenta que no hay nada que perder
Hace tiempo que dices, tienes que volver que no hay más que lo que tú eliges
Si algo ha empezado mal, con obstáculos, con miedo, con desconfianza... es improbable que salga bien, y esto casi nos lleva a la destrucción.
No puede salir nada bueno de algo que no lo es.
Ha sido mi culpa, por querer alargarlo y no cortarlo de golpe,
porque conocía lo que vendría después, pero algo decía en voz baja aunque fuertemente que tenía una pequeña posibilidad de salvarte: la esperanza.
No me paré a pensarlo, o tal vez si, me volví impulsiva, sin importarme las consecuencias, que al fin y al cabo sólo me afectarían a mi.
Quise conseguir lo que siempre buscaba, pero creo que no escogí la manera adecuada para adquirirlo.
Estaba tan cansada de caer y de volver a levantar tantas veces como caía y no lograrlo... que me ofusqué. Éste era el reto más alto de todos los que se me habían presentado, lo tenía claro. pero... se dividía en dos posturas totalmente contradictorias: quedarse o marcharse.
Me resultaban difíciles ambas, pero, ¿qué es mejor? sufriría si o si, y me estaba complicando la vida. Sentía rabia con mi propia decisión, pero sabía que se tenía que acabar ahí y entonces.
El que avisa no es traidor... así es.
Entonces volví a caer para más tarde volverme a levantar.
Pero sigo pidiendo por tu felicidad cada noche, esa era la diferencia de las demás caídas
La duda, la infinita duda, la que aprieta, la que impide respirar, la que hace tantas preguntas, la que tanto desconfía.. La duda, la que no se escapa, la que permanece, la duda a la que no se le hace frente, la duda que obliga al riesgo, la duda que puede destrozarlo todo, la duda que siempre juega y la que a veces, sólo a veces, gana.
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